La madera está hecha con CO2. Cada vez que vemos una construcción en madera, embalajes, cartón o envases de papel, todo ello es CO2 que se acumulaba en la atmósfera por el exceso de producción humana, provocando el cambio climático, y que lo hemos retirado para transformarlo en productos de alto valor. La producción de madera es el único proceso que hoy en día invierte los términos de relación entre industria y cambio climático, siendo un sector de actividad que frena el calentamiento global.
Para que el sector de la madera sea sostenible se deben cumplir dos condiciones: que se respeten los bosques naturales, la base del equilibrio natural del carbono, y que los bosques de plantación se gestionen con criterios certificados en gestión forestal sostenible.
En Euskadi hemos conseguido ambas cosas. Somos un país forestal. El 54% de nuestro territorio está arbolado, muy por encima de la media de la UE que no llega al 40%. Solo Finlandia, Suecia y Eslovenia están por delante de nosotros. Además, en Euskadi se han conservado los bosques naturales y la riqueza de sus ecosistemas. La mitad de nuestra superficie forestal son bosques de frondosas autóctonas.
Los bosques de plantación también aportan valor a los ecosistemas forestales. La intervención humana en estos bosques, a pesar de que se realiza a lo largo de turnos de corta largos (35-40 años para el pino radiata) y se hace siempre bajo el permiso expreso de la Administración, impide que en ellos se alcance tanta riqueza de ecosistemas como en los bosques naturales. Pero en Euskadi mantenemos un buen equilibrio entre bosques naturales y bosques de plantación: los bosques de pino radiata, de los que se abastece el sector vasco de la madera, no ocupan más que un 30% de nuestra superficie forestal.
Esta buena situación de nuestros bosques no es casual. Durante décadas se ha avanzado en una gestión forestal sostenible en Euskadi. Un dato muy significativo del equilibrio que ha alcanzado nuestra gestión forestal es que el 43% de la superficie de frondosas autóctonas pertenece a propietarios privados. Se ha consolidado un equilibrio entre la producción de madera, su industria de transformación y la conservación de los ecosistemas forestales.
La explotación de los bosques de plantación en Euskadi cuenta cada vez más con certificados de gestión forestal sostenible (PEFC). Esta certificación garantiza que se les da un tratamiento como recurso renovable y que se preserva la biodiversidad.
El sector forestal-madera en Euskadi está completamente orientado a la producción de materiales de valor añadido, para la construcción, los embalajes y el papel y cartón. La bioenergía es un uso solamente complementario a estos usos principales, lo que refuerza la sostenibilidad de nuestro modelo. El sector de la madera emplea algunos de sus subproductos como fuente de energía: la corteza, que se consume en secaderos de tablas y en calderas de vapor, o la lignina, que tras la extracción de celulosa de la madera se utiliza para cogeneración en papeleras. Aún con ello la bioenergía es la principal fuente de energía renovable de Euskadi. En total, más de la mitad de la energía renovable que produce Euskadi se hace con biocombustibles derivados de la madera.
Pero tenemos una tarea que es urgente: aumentar nuestra producción de energías renovables. En este indicador Euskadi tiene mucho trabajo por delante ya que todavía estamos por debajo del 15% sobre el total de nuestro consumo. Se necesita la contribución de todas las energías renovables y en todas ellas se tiene que avanzar. Los biocombustibles siguen siendo una energía disponible para mejorar estas cifras. En Euskadi se producen alrededor de 50.000 t/a de pellets (elaborados con el serrín de los aserraderos) pero la mitad de esta producción se tiene que vender fuera por falta de instalaciones para un consumo local. También tenemos la posibilidad de aprovechar restos de madera de la actividad forestal que hasta ahora no tienen valor para la industria del tablero o del papel, pero que se pueden procesar para fabricar biocombustibles y completar el aprovechamiento de este recurso renovable.
Los biocombustibles tienen otra característica muy favorable, por si todo lo anterior no fuera suficiente. Según datos de la Agencia Internacional de la Energía Renovable (IRENA), los biocombustibles son la energía renovable que más empleo genera en Europa. A pesar de que otras energías renovables están teniendo un mayor desarrollo, en los biocombustibles el 50% del empleo que se crea está en la UE ya que la explotación de la madera es local y, además, contamos con fabricación de equipos para este sector. En Euskadi, por ejemplo, se están fabricando las primeras calderas de condensación a nivel internacional que pueden utilizar pellets de madera como combustible.
La transición energética es urgente, pero las fórmulas a nuestro alcance tienen un efecto sobre la creación de empleo que también debemos considerar para que esta transición sea verdaderamente sostenible.