La capacidad de absorción de carbono por los bosques maduros no se incrementa con el aumento del CO2 de la atmósfera causado por las actividades humanas. Así lo indica un artículo publicado en la revista Nature por un equipo internacional de investigadores en el que ha participado Teresa Gimeno, ecofisióloga del Basque Centre for Climate Change (BC3).
El estudio es el primero que cuantifica de forma detallada lo que pasa, al aumentar la concentración de CO2 disponible, con la cantidad de carbono almacenado e intercambiado entre la atmósfera y un bosque maduro (no una plantación) en todos sus compartimentos (madera, hojas, hojarasca, materia orgánica del suelo, microorganismos, insectos, etc.).
El CO2, además de ser el principal gas de efecto invernadero, es el ingrediente clave en la fotosíntesis de las plantas, su “alimento”. Con las concentraciones de CO2 en la atmósfera aumentando continuamente debido a las emisiones humanas, existe una amplia evidencia de que la fotosíntesis de las plantas está aumentando. Los experimentos en los que árboles individuales y bosques jóvenes de rápido crecimiento han estado expuestos a concentraciones elevadas de CO2 han demostrado que las plantas usan el carbono extra adquirido a través de la fotosíntesis para crecer más rápido.
En este primer experimento aplicado a un bosque nativo maduro se constató que la fotosíntesis se incrementó un 12% en condiciones de CO2 enriquecido. Sin embargo, los árboles no crecieron más rápido, ni produjeron más hojas. Entonces, ¿a dónde se fue el carbono? “Los árboles convierten el carbono absorbido en azúcares, pero no pueden usar esos azúcares para crecer más, porque no tienen acceso a nutrientes adicionales del suelo. En cambio, envían los azúcares bajo tierra donde “alimentan a los microbios del suelo”, explica una de las autoras del estudio, la profesora Belinda Medlyn de la Universidad de Western Sydney.
Ahora bien, como matiza la investigadora del BC3 Teresa Gimeno, “es importante no inferir a partir de nuestros resultados que los bosques maduros no sirven para mitigar el cambio climático. Los bosques, y más aún los bosques maduros, son los principales almacenes de carbono de la tierra y por tanto su preservación es clave para evitar que el problema del cambio climático se agrave aún más”.
Los científicos realizaron un análisis de seguimiento de carbono que mostró que el carbono extra absorbido por los árboles se recicló rápidamente a través del suelo y regresó a la atmósfera, con aproximadamente la mitad del carbono devuelto por los propios árboles y la mitad por hongos y bacterias en el suelo.
En el caso concreto de la investigadora del BC3, su trabajo consistió en medir las tasas de fotosíntesis en hojas de árboles expuestos tanto a una concentración de CO2 ambiente como a una más elevada. “Estas medidas fueron claves en este estudio ya que demostraron que efectivamente la tasa de fotosíntesis aumenta a nivel de hoja, pero esto no supuso un aumento de la biomasa (carbono) acumulada por el ecosistema”, señala Gimeno.